miércoles, 20 de marzo de 2013

Desvaríos “de género”

   Los derechos de los transexuales están ganando peso en las reclamaciones del colectivo LGTB. En cierto sentido, es lógico: la transexualidad representa una ruptura entre sexo y género aún más gráfica que la homosexualidad, y es por tanto un claro escaparate para la ideología de género en su vertiente más radical.

   Una vez las autoridades han reconocido esta ruptura entre sexo biológico y género, no es fácil poner una barrera a los derechos relacionados con la identidad sexual. Un claro ejemplo es Suecia. Fue uno de los primeros países de Europa en reconocer el matrimonio homosexual. En 2011 la Junta de Salud y Bienestar eliminó la transexualidad de la lista de trastornos médicos. A comienzos de este año, el gobierno dictó una serie de normas contra la discriminación de los transexuales. 

   Una de ellas eliminaba el requisito de que las personas cuya “identidad sexual” difería del sexo biológico con el que habían nacido tuvieran que pasar por una operación de cambio de sexo para que se reconociera oficialmente su nueva identidad. Es decir, que la transexualidad se convertía legalmente en un concepto exclusivamente mental, una decisión interna sin repercusión física.

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