miércoles, 9 de agosto de 2017

No somos islas

Jaime Nubiola escribe en su blog:La idea original de Facebook expresada en su misión−muy al estilo norteamericano− era “dar a la gente el poder de compartir y hacer el mundo más abierto y conectado”. Sin embargo, el pasado 22 de junio Zuckerberg anunció en una reunión en Chicago un cambio que puede ser importante. 

La nueva formulación de la misión de Facebook es ahora la de “dar a la gente el poder de construir comunidad y así juntos hacer el mundo más cercano”. En inglés resulta quizá más atractivo: “To give people the power to build community and bring the world closer together”. La razón de este cambio es que Zuckerberg se ha persuadido a lo largo de todos estos años de que para hacer un mundo mejor no basta con que esté más abierto y conectado, sino que es preciso favorecer que las personas singulares participen en comunidades efectivas que les permitan salir de su soledad, casi siempre dolorosa y a menudo terrible, para ayudar a los demás.
El primer paso que está dando Facebook es intentar favorecer la creación de grupos de intereses en torno a temas vitales, liderados por personas capaces y con tiempo para atender las necesidades de cada comunidad. Se trata de superar los pequeños límites de las comunidades familiares y sociales al uso, para intentar vertebrar a la gente en torno a proyectos de mayor alcance. No se sabe si funcionará, pero me parece admirable el intento.

Un rasgo detectado universalmente en los llamados países avanzados es la creciente soledad de sus habitantes. Es terrible, es inhumana. El aislamiento es el castigo más duro que puede aplicarse a un ser humano. Me contaba un alumno checo que su padre, internado por años en las cárceles comunistas de su país, había estado castigado en una celda de aislamiento y sus guardianes acudían semanalmente a su celda para pegarle. El aislamiento se le hacía tan penoso que −según le había referido a su hijo muchas veces− prefería la tortura física a la soledad.


No somos islas, no podemos aislarnos. Dicho positivamente, hay que decir que sí siempre cuando nuestros colegas, amigos y vecinos nos invitan a tomar parte de actividades que de suyo no nos apetecen. Lo importante no es el qué, sino el estar con otras personas, convivir, compartir el tiempo, el espacio, la diversión, las penas, la comida y la bebida. Pero además, hay que aprender a compartir las preocupaciones, esto es, a unirse con otras personas que como nosotros sienten inquietud por alguna cuestión importante que aqueja a la sociedad: desde la ecología urbana hasta la curación de las enfermedades, pasando por la eliminación de la pornografía o la promoción de la creatividad en el sistema educativo.

serpersona.info

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