sábado, 29 de octubre de 2011

La religión al servicio de la paz

El Papa invita en Asís a los líderes religiosos y a los no creyentes a defender "la paz y la dignidad humana"
Aquí tenéis la ntervención del Santo Padre Benedicto XVI en la Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo "Peregrinos de la Verdad, peregrinos de la Paz", en la Basílica de Santa María de los Ángeles, de Asís, el 27 de octubre de 2011
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Queridos hermanos y hermanas,
Distinguidos Jefes y representantes de las Iglesias y Comunidades eclesiales
y de las Religiones del mundo,
queridos amigos

      Han pasado veinticinco años desde que el beato Papa Juan Pablo II invitó por vez primera a los representantes de las religiones del mundo a Asís para una oración por la paz. ¿Qué ha ocurrido desde entonces? ¿A qué punto está hoy la causa de la paz? En aquel entonces, la gran amenaza para la paz en el mundo provenía de la división del planeta en dos bloques contrastantes entre sí. El símbolo llamativo de esta división era el muro de Berlín que, pasando por el medio de la ciudad, trazaba la frontera entre dos mundos. En 1989, tres años después de Asís, el muro cayó sin derramamiento de sangre. De repente, los enormes arsenales que había tras el muro dejaron de tener sentido alguno. Perdieron su capacidad de aterrorizar. El deseo de los pueblos de ser libres era más fuerte que los armamentos de la violencia. 
    La cuestión sobre las causas de este derrumbe es compleja y no puede encontrar una respuesta con fórmulas simples. Pero, junto a los factores económicos y políticos, la causa más profunda de dicho acontecimiento es de carácter espiritual: detrás del poder material ya no había ninguna convicción espiritual. Al final, la voluntad de ser libres fue más fuerte que el miedo ante la violencia, que ya no contaba con ningún respaldo espiritual. Apreciamos esta victoria de la libertad, que fue sobre todo también una victoria de la paz. Y es preciso añadir en este contexto que, aunque no se tratara sólo, y quizás ni siquiera en primer lugar, de la libertad de creer, también se trataba de ella. Por eso podemos relacionar también todo esto en cierto modo con la oración por la paz. 
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Benedicto XVI
Vatican.va / Almudí

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