Los nativos digitales, más que existir, sobreviven, y nosotros como padres, políticos y educadores debemos ayudarles.
Si estáis leyendo este nuevo post, es posible que queráis reenviarlo a vuestros contactos en alguna de las muchas redes sociales que todos utilizamos cada día… twittearlo, colgarlo en Facebook… Son acciones que realizamos cada día. Además, los avances de la tecnología nos lo ponen cada vez más fácil: nos guardan las contraseñas, nos recuerdan las páginas que hemos visitado, completan direcciones apenas empezamos a teclearlas… De hecho, al final de esta entrada encontraréis los botones de varias de esas redes sociales.
En una carpa en el barrio de Dansaert en Bruselas le preguntaron a un grupo de personas si les importaría que el adivino Dave intentara leer sus pensamientos. Él “lee” cómo es su casa, qué clase de bicicletas tienen… y sus números de cuenta. Al final se evidencia cómo podía saberlo todo. Son los llamados
Data brokers o comerciantes de datos, nuestros datos. ¿Cómo se enfrenta un nativo digital a esta realidad que, seguramente, desconoce?
En una carpa en el barrio de Dansaert en Bruselas le preguntaron a un grupo de personas si les importaría que el adivino Dave intentara leer sus pensamientos. Él “lee” cómo es su casa, qué clase de bicicletas tienen… y sus números de cuenta. Al final se evidencia cómo podía saberlo todo. Son los llamados
Nuestros hijos y las TIC
En el I-WIL Lunch de este mes, mi amiga Anna PLans, Directora de imagen y comunicación en Contel, politóloga y gestora de procesos, marketing y personas, nos habló de “Padres perdidos, hijos conectados. ¿Qué hacer con las tecnologías?” Tras su exhaustivo trabajo de investigación, para ella se hizo evidente que nuestros hijos no son solo nativos, sino también en muchos casos huérfanos digitales, porque como padres hemos abandonado la responsabilidad de estar con ellos en las redes. Como es evidente que no podemos ir de la mano con ellos, no nos lo permitirían, Anna nos ofreció una serie de datos y puntos de reflexión de las que os recuerdo algunas aquí:
● Pornografía: el mayor grupo de consumidores en internet es de entre 12 y 17 años. Los adolescentes “aprenden” relaciones sexuales en internet a los 14 años: la mayoría no ha dado aún su primer beso. Se observa una sexualización precoz de las niñas.
● ¡Depredadores sexuales de 14 años!
● Ciberacoso: 82.000 menores de 16 años, alumnos de colegios e institutos públicos, han sufrido cyberbullying.
● Suicidios de adolescentes y jóvenes tras acoso o exposición sexual en las redes.
● Niños menores de 7 años ya involucrados en sexting, o envío de mensajes con imágenes sexuales.
● Groomers: Adultos que se hacen pasar por menores para conseguir fotos comprometedoras y chantajear.
Como veis, el panorama no puede ser más alarmante. Nos llegan avisos de los colegios de nuestros hijos, policías y otros expertos les dan charlas sobre estos temas, y así pensamos que están protegidos. No es así. Puede que estemos haciendo de nuestros hijos unos huérfanos digitales. Los llamados nativos digitales no son tales, como explican Susana Lluna y Javier Pedreira, en su libro Los nativos digitales no existen:
“Hoy en día estamos acostumbrados a oír la expresión «nativo digital» para referirse a los nacidos a partir de mediados de los noventa, quienes, supuestamente acostumbrados a la presencia de ordenadores y otros dispositivos digitales en sus vidas,no necesitan que nadie les enseñe a utilizarlos. Pero esto dista mucho de ser así y es un error considerar a estas generaciones competentes en el uso de la tecnología por el mero hecho de haber nacido con ella. ¿Acaso por nacer en una familia que hable castellano dominamos el idioma?
Muy al contrario, no se trata de una generación especialmente dotada de conocimientos, habilidades o intereses en lo que al uso de las llamadas «nuevas tecnologías» se refiere, y cuando manejan programas distintos a Instagram, Snapchat, YouTube u otros que utilizan para descargarse música y películas, muchos de ellos son bastante torpes. Más bien deberíamos hablar de huérfanos digitales con una preocupante falta de formación.
"Considerar que estos jóvenes van a saber aprovechar el enorme potencial de estas tecnologías en su desarrollo como personas y en el progreso de nuestra sociedad de forma casi instintiva, sin que tengan el apoyo de la familia y sin que diseñemos y apliquemos planes educativos al respecto, resulta absurdo.
En otras palabras, los nativos digitales, más que existir, sobreviven, y nosotros como padres, políticos y educadores debemos ayudarles. Este libro, en el que colaboran expertos en la materia de diversas disciplinas, quiere aportar una visión distinta, por lo que nos parece una herramienta fundamental para la labor que tenemos por delante".
Anna Plans nos da unas recomendaciones para ocupar el papel que nos corresponde, educando a nuestros hijos también en su comportamiento digital:
● Desarrollo de hábitos y virtudes, como ya nos decía Aristóteles: ponérselo más difícil reduciendo el acceso a wifi, los datos…
● Retrasar al máximo la edad de acceso a las redes sociales y el uso del móvil.
● Formarse y estar en sus redes: acompañamiento digital.
● Dar ejemplo de desconexión: lo que nos vean hacer es lo que les llamará la atención, no tanto lo que les digamos.
● Tener zonas y momentos offline. Encontrar alternativas para estos momentos. La combinación lectura + deporte + amistades offline puede funcionar muy bien, acompañados de nuestro ejemplo.
Por algo será que los “cerebrines” de Sillicon Valley no dejan que sus hijos tengan acceso, no solo a las redes sociales, sino tampoco a los aparatos. No tienen móviles, tabletas, tv…
Esta misma mañana, el ministerio del Interior ha informado de la detención de una red de pornografía infantil. El dato más sorprendente, dentro de lo duro de las imágenes: la reducción de la edad de los consumidores (sí, de los consumidores) de ese material. Adolescentes.
No dejemos que sean huérfanos digitales, hagamos pedagogía con ellos, ayudándoles aanticipar las consecuencias de no saber poner límites en cuándo, cuánto y con quién conectarse.
Nuria Chinchilla, en iese.edu.
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