lunes, 7 de marzo de 2011

Al Papa le atacan porque adora

   Os invito a leer este lúcido análisis. Benedicto XVI defiende la capacidad humana de conocer la Verdad y adora la presencia real del Señor en la Eucaristía

   Se habla, se escribe, y se publican análisis de los ataques que sufre el Papa; y no pocos coinciden que las palabras y los gestos pontificios han levantado tantas voces por que son un ataque directo al “relativismo”; y por tanto, porque Benedicto XVI hace una afirmación neta de la capacidad del hombre para descubrir la Verdad; y subraya la existencia, en esas raíces profundas del alma de cada hombre, de un anhelo de infinito, de un anhelo de conocer y de vivir la Verdad.

   Sin duda, están en lo cierto. La afirmación de la presencia de la Verdad, de la realidad de la Verdad, es rechazada por no pocas personas, en la penosa –y libre- afirmación de su propia “verdad”, que les lleva solamente a descubrir el profundo “vacío” de esa propia “verdad”. En efecto, esa “verdad” al estar reducida al estrecho ámbito de sí mismos, carece de todo contenido, de cualquier sentido. Sólo les queda mirarse al “espejo”; y cuando se persiste en esa mirada, o se rompe el “espejo”, o se rompe la cara que se mira, que no soporta su vaciedad.

   Pienso, sin embargo, que se puede dar un paso más, para descubrir el sentido de esos ataques, más virulentos con el paso del tiempo. En este año, que ha comenzado ya a andar en firme, están anunciados varios encuentros de católicos intelectuales para provocar en muchos espíritus esta decidida búsqueda de la Verdad. Unos entre personas creyentes para que profundicen en el Misterio de la Encarnación.  Otros con pensadores de diferentes creencias, agnósticos, ateos, para que al menos vislumbren detrás de sus creencias –porque en el fondo todos creemos en algo- la Verdad de Dios, la Verdad de Cristo. Ya hemos hablado del Atrio de los Gentiles, el más conocido de estos encuentros.

   También están previstos encuentros a nivel de universidades católicas, por ejemplo el que tendrá lugar en Ávila el próximo mes de agosto. Y reuniones semejantes, en un esfuerzo de ayudar a los hombres para se reencuentren en la razón y la fe; en la fe y la razón, y  reencuentren la unidad de razón y de fe, en sus propias vidas.
Encuentros y reuniones interesantes y que pueden dejar  honda huella en el ánimo de los participantes; y pueden molestar, a la vez, a muchas personas que habían soñado alguna vez que la Iglesia Católica había enterrado el pensamiento, y se dejaba llevar sencillamente por emociones y sentimientos.

   Pero, ¿los ataques a Benedicto XVI provienen, realmente de esta provocación intelectual? Lo dudo. Benedicto XVI lleva ya varios años invitando a todas las diócesis del mundo, para que promuevan, al menos, un templo en su territorio en el que se viva la práctica piadosa de la Adoración Eucarística Perpetua.

   A mí me parece un auténtico reto para todos los cristianos. ¿Un reto? Sí. Un reto a pensar la verdadera realidad de nuestra Fe; un reto para situar nuestra inteligencia –en sus más hondos recovecos y en sus más profundas raíces- ante el Misterio inefable de Cristo, el Hijo de Dios, hecho Eucaristía. Un reto, también para los no creyentes. Al papa Benedicto XVI se le ataca en tantos frentes, sencillamente, porque adora. Y porque adora la Eucaristía, porque adora a Cristo Eucaristía. Si “adorase” a un becerro de oro, se encontrarían enseguida compradores del “becerro”, no para adorarlo, sino para venderlo. Alcanzaría una cifra record en  la primera subasta que se presentase.

   Benedicto XVI se arrodilla ante la Eucaristía, y está consiguiendo, con su gesto, que se vayan abriendo iglesias para vivir la Adoración Eucarística Perpetua en todas las diócesis españolas, como está ocurriendo también en otros países de Europa. El Papa sabe muy bien ante Quien se arrodilla, sabe muy bien a Quien adora. Y quiere afirmar la Presencia Real y Verdadera de Cristo en la Hostia Santa; en la historia de los hombres, en los acontecimientos de la tierra. La última capilla en abrirse ha sido en Burgos. Sevilla, Madrid, Valladolid, Valencia, etc. etc., ya la habían abierto. La Adoración continúa, y los ataques también continuarán.

   Benedicto XVI sabe muy bien que si el cristiano desea encontrar la armonía entre la razón y la fe; si quiere abrir de verdad su inteligencia, su mente, para recibir la luz del Misterio del Amor de Dios manifestado en la Eucaristía, ha de arrodillarse y adorar a “Dios escondido” en la Hostia Santa.

Ernesto Juliá Díaz ernesto.julia@gmail.com

RELIGIÓN CONFIDENCIAL

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