viernes, 17 de diciembre de 2010

Al “poner” el belén

   “Queridos jóvenes amigos: cuando pongáis el Niño Jesús en la gruta o en la cabaña, ofreced una oración por el Papa y por sus intenciones. ¡Gracias!”

   Esta es la petición que Benedicto XVI ha dirigido a unos 2000 niños reunidos  este pasado domingo en la plaza de San Pedro. Una antigua tradición romana reúne muchas familias el tercer domingo de Adviento en esta famosa plaza. Los niños muestran al Papa las imágenes del Niños Jesús que ocuparan su lugar en las cunas de los belenes. El Papa bendice a los niños, a las familias, y a las imágenes del “Niño Jesús”.

   En su libro “”Luz del Mundo”,  Benedicto XVI respondiendo a la cuestión de cómo ha de ser la respuesta  de la Iglesia, a los “signos de los tiempos”, dice:

   “Creo que nuestra gran tarea ahora, después de que se han aclarado algunas cuestiones fundamentales, consiste ante todo en sacar nuevamente a la luz la prioridad de Dios. Hoy lo importante es que se vea de nuevo que Dios existe, que Dios nos incumbe y que Él nos responde. Y que, a la inversa, si Dios desaparece, por más ilustradas que sean todas las demás cosas, el hombre pierde su dignidad y su auténtica humanidad, con lo cual se derrumba lo esencial. Por eso, creo yo, hoy debemos colocar, como nuevo acento, la prioridad de la pregunta sobre Dios”.
 
   Tengo la impresión, y no es de ahora y tampoco única, que la Iglesia está siempre respondiendo a los “signos de los tiempos”; unas veces la entenderán mejor, otras entenderán peor sus palabras. No faltan análisis que intentan descubrir la respuesta sociológica adecuada  para que la “nueva evangelización” germine y dé fruto; para encontrar el lenguaje más apto para hacer llegar la luz de Cristo a la mente del hombre occidental moderno.
 
   El reto estará siempre de frente a la Iglesia. Las palabras irán cambiando, el contenido de la Fe permanecerá siempre el mismo, porque, la Encarnación de Dios, la realidad viva de Jesucristo Hijo de Dios hecho hombre, será siempre tan lejana al “signo, al lenguaje” de los tiempos, ahora, como lo fue hace dos mil años, como lo será dentro de otros dos mil años.

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