jueves, 30 de diciembre de 2010

Si el cristiano se comporta como cristiano, convence


Portavoz de la Santa Sede durante más de 20 años tuvo una gran cercanía con Juan Pablo II. De él destaca «su insistencia en que la fe se haga cultura, transformando las realidades temporales. Basta con que el cristiano se comporte como tal…»
Almudi.org - "Si el cristiano se comporta..."   Incluyo algunos extractos de la conferencia de Joaquín Navarro-Valls en la clausura del XII Congreso “Católicos y vida pública”, que tuvo lugar en Madrid el pasado 19 de noviembre de 2010.
   La situación contemporánea nos lleva inevitablemente a los orígenes de la cristiandad. Después de decenios, quizá siglos, en los que cristianos han tratado de defender las sociedades occidentales de la descristianización de la cultura, hoy, encontrándose en una situación que podríamos denominar neopagana, la fe no puede jugar a la defensiva. Ya no es una tradición que haya que salvaguardar, sino una perspectiva de vida futura que hay que recrear, construir… La pregunta no es si el cristianismo sabrá sobrevivir, sino si la fe cristiana podrá expandirse de nuevo como hace dos mil años.
      ¿Cómo comunicar al mundo de hoy la realidad cristiana? Los primeros cristianos sabían comunicar bastante bien sin licenciaturas en Ciencias de la Comunicación. Ni siquiera tenían una cultura particularmente elaborada, pero fueron ellos quienes vencieron la batalla cultural y comunicativa de entonces. Porque cuando el cristiano se comporta como cristiano, convence siempre. Una persona con convicciones posee una potencia infinitamente superior a la de quien tiene sólo intereses. El cristianismo, desde este punto de vista, es sobre todo un modo de vivir, que mientras vive y mientras goza la vida, la razona, la explica, hace evidente toda su congruencia interna...
      Hay que ir a Jesús de Nazaret. Pero sólo hay un camino que conduzca a Él: la conversación personal en los ámbitos sacramental y de la oración. Para la mayoría de nosotros la oración es una obligación.
      Para Juan Pablo II era otra cosa, no era nunca una obligación a determinadas horas del día, sino una necesidad. Esto sirve para ilustrar la raíz de la que crece toda la misión del cristiano: la unión con Quien da al cristiano su misión propia. Si no, no podemos hablar de misión del cristiano, sino de la misión de Joaquín Navarro o de Pepito. Si la misión me viene de otro, yo no puedo dejarme de la mano de ese otro.
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ALMUDÍ

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