jueves, 16 de diciembre de 2010

Alejandro Llano: sin generosidad, sin solidaridad, el mundo se para

Alejandro_llano   Buena entra de Scriptor, muy apropiada para reflexionar en la cercanía de la Navidad
Alejandro Llano lo titula de otra manera, La lógica del don (La Gaceta de los Negocios,18/07/09), y lo subtitula "Si prescindiéramos de la generosidad, el mundo se pararía." 

    En estos tiempos de crisis, tiene mucho sentido tomar en serio lo que dice: "A la lógica del mercado y a la lógica del Estado hay que añadir otro modo decisivo de razonar y conducirse: la lógica del don".

Lo que sigue es la transcripción del reciente texto de Alejandro Llano,  colaborador habitual en Scriptor.org:
    El trasfondo de la crisis no es económico, sino cultural y ético. La imagen menguada del ser humano lleva consigo una comprensión equivocada de su conducta. La parte se toma por el todo. Si se adopta una visión materialista del hombre, a cuyo comportamiento se accede sólo con parámetros cuantitativos, el modelo de sus relaciones con los demás es el intercambio. La moral, en el mejor de los casos, se reduce entonces a la justicia conmutativa. Pero más radical que intercambiar es compartir. La justicia distributiva tiene primacía sobre la meramente conmutativa.

    Los bienes cuantificables son excluyentes, no pueden ser compartidos: tú no puedes estar donde yo estoy. En cambio, los bienes cualitativos son inclusivos: yo sólo puedo estar donde tú estás. La consideración de que la economía se despliega sólo sobre la base de factores cuantitativos es una abstracción engañosa. En las relaciones económicas, hay otros elementos previos y más fundamentales, sin los cuales es imposible cualquier acuerdo. No hay posibilidad de contratos si no hay confianza entre las partes. Y la confianza no se puede estipular, la confianza se inspira: se ofrece y se acepta.

    La reciente encíclica de Benedicto XVI, Caritas in veritate, amplía con realismo el esquemático panorama en el que se han movido durante décadas la economía y la política. Se tiende a contar, casi exclusivamente, con el Estado y el mercado; sin advertir que en la base se encuentra la sociedad civil o, más radicalmente, el mundo de la vida, es decir, el ámbito de las relaciones interpersonales de las que procede toda fuerza y todo significado.
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