lunes, 14 de junio de 2010

CLAMOROSA UNIDAD

          Los ciudadanos de Roma no suelen pestañear ante la presencia de las peregrinaciones incesantes que llegan a la Ciudad Eterna. En esta ocasión expresaban su perplejidad: nunca habían visto a tantos sacerdotes católicos juntos. Les explicamos que el motivo de nuestra presencia era asistir a la Clausura del Año Sacerdotal. Desde junio de 2009, los sacerdotes hemos comprendido, de nuevo, la grandeza del ministerio sacerdotal. Y hemos pedido por la santidad de los presbíteros y las vocaciones sacerdotales


          Pero había otra razón poderosa para ir a Roma. El cardenal Hummes, Prefecto de la Congregación para el Clero lo explicaba –hace dos meses- en una carta dirigida a los sacerdotes católicos: "En torno a la presencia numerosa de presbíteros en la conclusión del Año Sacerdotal, en Roma, existe todavía un motivo particular, que hoy se coloca en el corazón de la Iglesia. Se trata de ofrecer a nuestro amadísimo Papa Benedicto XVI nuestra solidaridad y nuestro apoyo, nuestra confianza y nuestra comunión incondicionada ante los frecuentes ataques, que se dirigen contra su Persona en el momento actual en el ámbito de las decisiones acerca de los clérigos, que han incurrido en delitos sexuales contra menores.


          Las acusaciones contra el Papa son evidentemente injustas, y se ha demostrado que nadie ha hecho tanto como Benedicto XVI para condenar y combatir correctamente tales crímenes. Por eso, la presencia masiva de presbíteros en la plaza con el Papa será un fuerte señal de nuestro decidido rechazo a los injustos ataques de los que es víctima. Así pues, venid también para apoyar públicamente al Santo Padre”.


          La alegría era llamativa en los participantes. Se expresaba en una fraternidad sacerdotal vivida en todos los rincones de Roma y en la participación en los encuentros programados en las grandes basílicas romanas. Las conferencias fueron seguidas con interés y el testimonio de piedad en los actos eucarísticos fue sorprendente. Al Papa le emocionó visiblemente la piedad y recogimiento de los asistentes en la Vigilia del jueves y en la Eucaristía de la Clausura el viernes.

Juan Ramón Domínguez
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