viernes, 7 de enero de 2011

"Un obispo está para coser grietas, para aunar esfuerzos, para buscar terrenos comunes"


Nuestro Tiempo (Entrevista de Javier Marrodán)
Dice que cuando uno accede al episcopado percibe claramente la “tremenda desproporción” que Almudi.org - Mons. Mario Iceta, Obispo de Bilbaoexiste entre el ministerio que se le confía y las propias capacidades. «Sin embargo —añade— uno sabe que es Otro quien le llama y quien llevará la tarea adelante». Con esa certeza sobre su propia misión ha iniciado Mario Iceta [Med 90] su andadura como obispo de Bilbao. Es consciente de las heridas tan profundas que dividen el País Vasco, pero se muestra optimista sobre el futuro. Su estrategia está condensada de algún modo en las tres palabras de su lema episcopal: “Servidor de todos”.
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En una sociedad secularizada y relativista, con una Iglesia a veces ensombrecida por los escándalos, ser obispo no parece una tarea fácil. ¿De dónde saca fuerzas?, ¿dónde se apoya su autoridad?
Hay una frase de San Pablo a Timoteo que me parece elocuente: «El Señor se fió de mí, me capacitó y me confió este ministerio». La autoridad hay que entenderla como servicio. Pero esa autoridad no viene en ningún caso de las cualidades personales de un sacerdote o de un obispo, sino de una configuración sacramental con Cristo, cabeza y pastor. El único sacerdote es Jesucristo, todos los demás participamos de su ministerio. ¿Qué es lo que cualifica a una persona para presidir al pueblo de Dios o para predicar en nombre de Cristo? Que está configurada sacramentalmente con Él.
Sin embargo, hay personas que se fían más de unos sacerdotes que de otros.
El criterio último es Jesucristo. Él es la Verdad. Y es una verdad personal, es la medida de las cosas. El Señor ha suscitado en la Iglesia carismas y dones. Entre ellos está el colegio episcopal presidido por el Papa, que custodia la integridad y la pureza de la Fe que ha recibido. Además, los obispos que están en comunión con el Papa desempeñan ese servicio de transmitir la Fe y las enseñanzas del Magisterio en sus diócesis particulares. Cuando surgen divergencias y alguien se pregunta cuál es la Fe de la Iglesia, la respuesta es clara: la que custodian el Papa y los obispos.
Cuando se anunció su nombramiento, un grupo de sacerdotes y de fieles de la diócesis manifestó públicamente su oposición. ¿Se puede ser obispo de alguien que lo rechaza?
No comparto la apreciación de que hay personas que no quisieran tenerme como obispo. Lo que ha ocurrido ha sido más bien que hay personas que hubiesen querido tener una participación en mi nombramiento como obispo. Uno de los servicios fundamentales del obispo es el de la comunión. El obispo está para coser grietas, para aunar esfuerzos, para buscar terrenos comunes, aunque luego haya distintas sensibilidades. Estas cosas que han sucedido me estimulan para fomentar la comunión. Lejos de ser un problema, las considero como una oportunidad que se me presenta para ejercer el ministerio de la comunión.
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ALMUDÍ

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