Interesantes reflexiones que nos ayudan a entender la deriva ética de algunas democracias occidentales como la española.
El Estado de Bienestar y El Estado Minotauro son los títulos de los dos últimos capítulos de la densa y muy bibliografiada monografía del Catedrático de la Universidad San Pablo de Madrid, DALMACIO NEGRO PAVÓN, Historia de las formas de Estado, Una introducción. Pero que en nuestra sintética presentación nos atreveríamos a titular así “Del Estado de Bienestar al Estado Minotauro” con el fin de dar un toque de atención y alertar a los lectores sobre nuestro presente político-social. La verdad es que da para pensar.
1. El Estado de Bienestar.
Respecto a su origen y sentido:
“Estado de Bienestar (Welfare State, Wohlfahrtstaat) empezó a tomar forma en el decenio de 1940. Es una versión suave, maternal, no violenta, evolutiva, del paternal Estado Totalitario. Se caracteriza por una política económica y social que se propone inicialmente proporcionar a los más desfavorecidos servicios elementales, como los relacionados con la salud y la educación, en la medida posible de manera gratuita. Llamado también Estado Providencia”.
* El Estado de Bienestar aspira a llevar su perfección al ideal del Estado Administrativo, aquel en que “las cosas se administran por sí solas”. Con ello, el liberalismo estatista de la social democracia se transforma en este Estado en un liberalismo totalitario para el que lo financiero-económico es lo principal.
1. El Estado de Bienestar.
Respecto a su origen y sentido:
“Estado de Bienestar (Welfare State, Wohlfahrtstaat) empezó a tomar forma en el decenio de 1940. Es una versión suave, maternal, no violenta, evolutiva, del paternal Estado Totalitario. Se caracteriza por una política económica y social que se propone inicialmente proporcionar a los más desfavorecidos servicios elementales, como los relacionados con la salud y la educación, en la medida posible de manera gratuita. Llamado también Estado Providencia”.
* El Estado de Bienestar aspira a llevar su perfección al ideal del Estado Administrativo, aquel en que “las cosas se administran por sí solas”. Con ello, el liberalismo estatista de la social democracia se transforma en este Estado en un liberalismo totalitario para el que lo financiero-económico es lo principal.
** Y viene a ser una especie de Estado Totalitario bajo el engañoso pluralismo de los partidos y sindicatos burocratizados. Tan es así que los partidos, unidos por el consenso político, funcionan como los órganos de una dictadura impersonal: son la burocracia política de la sociedad política de la oligarquía formada por los propios partidos, las altas finanzas, la gran industria, los sindicatos, los intelectuales “orgánicos” y los poderes indirectos adictos.
2.- El Estado Minotauro.
Bertrand de Jouvenel (1903-1987, Sobre el Poder), inspirándose probablemente en “La guerra de los mundos”, la famosa novela de H.G. Wells, proponía en 1945 el mito del Minotauro como la nueva forma de Estado —“que modela de tal modo las existencias particulares, que ya no es posible sustraerse a su acción, de suerte que no hay salvación sino apoderándose de él”—. Pues bien, hacia él ha evolucionado precisamente el Estado de Bienestar, siguiendo su lógica eudemonista hasta convertirlo no sólo en señor de las haciendas y dictador de la conducta, sino de la vida y de la muerte de una manera distinta a la de los Estados Totalitarios paternalistas que le prepararon el camino.
“El Estado de Bienestar, al considerar al hombre “un recurso humano”, una cosa útil, un instrumento, en cierto modo, le protegía por su utilidad. Siguiendo esa tendencia, el Minotauro —un hombre con cabeza de toro— aparte de intensificar el intervencionismo, sólo reconoce ya francamente lo biológico de la naturaleza humana, cuya utilidad deja al criterio particular. Lo humano, fruto de la cultura, según el multiculturalismo, sería postrero al nacimiento. La naturaleza humana, una esencia, no existe antes de la existencia, había sentenciado Jean-Paul Sartre, el santo patrono del existencialismo”.
Tan es así que el Minotauro ejerce mecánicamente la soberanía a través de sus enjambres de medidas y reglamentaciones artificiosas, incluidas las relacionadas con la vida elemental: relaciones matrimoniales, entre padres e hijos, sociales, morales, entre los campesinos y la Naturaleza. En fin de cuentas, todas la relaciones posibles entre los seres humanos.
Concluyendo con Dalmacio Negro (frase final de la monografía): “Por ende, en último término, no se trata tanto de una cuestión política como moral: la política forma parte de la ética y no hay más que una moral universal, la natural, no la artificial que impone el Estado”.
Referencia bibliográfica: Historia de las formas de Estado, Una introducción (Madrid, ed. El Buey mudo 2010) 421pp.
Carlos Corral
Catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales
Catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales
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